Vivir la Cuaresma de forma adecuada trae muchas bendiciones, solo que por lo general no sabeos cómo o sencillamente no aprovechamos debidamente.
La parroquia Ntra. Sra. de la Inmaculada Concepción del barrio San Carlos de Zipaquirá, brindará este primer viernes del mes de marzo la oportunidad de orar con el Santísimo expuesto desde las 8:00 a.m hasta las 1:30 p.m. De 3:00 p.m a 6:00 p.m. De 7:00 p.m. a 12 de la noche. A la vez, su párroco, el padre Héctor González, estará atendiendo el sacramento de la Confesión.
Ver en el video más detalles en entrevista con el padre Héctor González:
CONSEJOS PARA UNA BUENA CONFESIÓN EN ESTA CUARESMA
Un artículo redactado por Cynthia Pérez en el portal católico ACI Prensa, presenta de manera práctica cómo aprender más de la Confesión y cómo acercarse mejor al sacramento de la Reconciliación.
El artículo se fundamenta en un video en el que el obispo de Orihuela-Alicante (España), Mons. José Ignacio Munilla, ofrece algunos consejos prácticos para confesarse. En concreto, para ir «con confianza y superando nuestros miedos y resistencias interiores al Sacramento de la Confesión» en la Cuaresma.
Aquí el artículo:
“Mons. Munilla dijo que lo primero que hay que hacer es perder el miedo y pedirle ayuda al sacerdote, contándole, por ejemplo, que uno no se ha confesado en 30 o 40 años o quizás nunca en la vida.
El Prelado explicó que «la Confesión antes de ser una iniciativa es una invitación del Señor que te llama. Si tú tienes una duda, una lucha interior para confesarte, que sepas que estás siendo llamado. Esa lucha es una llamada».
«Si escuchas la voz del Señor, no endurezcas tu corazón, ve, acércate y recibe el abrazo de un Padre misericordioso que te dirá: ‘Te estaba esperando'».
El Prelado dijo además que «he podido tener experiencias concretas de redescubrir el tesoro del Sacramento de la Misericordia».
En la Confesión, resaltó, un sacerdote «experimenta el poder de Dios y goza de ver los milagros de Dios en las almas».
Relató que algunas veces ha dicho en oración: «Señor, te doy gracias por el sacerdocio solo por este momento», en el que «estoy asistiendo al nacimiento de una nueva vida. Solo por este momento, hubiese merecido la pena mi vida».
«La confesión es Resurrección», afirmó y explicó que «recibir el perdón de Dios es equiparable a resucitar, porque el pecado mortal ha matado la vida de gracia en nosotros» y es Cristo, quien a través del sacerdote, como a Lázaro, devuelve la vida.
El Obispo también explicó los 5 pasos para una buena Confesión:
1. Examen de conciencia
En 2018, Mons. Munilla recordó que el examen de conciencia «no es una mera introspección sobre la realización personal para una satisfacción psicológica o interior» pues «sería olvidarnos que detrás del Sacramento hay una llamada de Dios de vivir conforme a su voluntad».
Al contrario, el Prelado animó a «pedir luz al Espíritu Santo, para vernos con los ojos de Dios». «
Prepararse para la Confesión no tiene que ser distinto de hacer un rato de oración, poniéndose en presencia de Dios y eso es hacer oración», aseguró también en un video de marzo de 2016.
Si bien es útil y es tradición repasar los mandamientos de la ley de Dios para ver en qué se ha pecado, alentó a valerse también de otras enseñanzas de la Santa Madre Iglesia como las bienaventuranzas, los pecados capitales, las virtudes teologales y morales o los pasajes bíblicos.
2. Dolor de corazón
En 2016, Mons. Munilla dijo que «el segundo consejo es que la confesión vaya precedida por un acto de amor de Dios, que es el acto de contrición».
«El amor y el dolor son la cara y cruz de una misma moneda, una gran alegría porque Dios me perdona y una gran pena porque no he sabido amarle como se merecía».
En su siguiente video, el Prelado destacó que el acto de contrición es «el acto esencial del Sacramento de la Confesión».
Explicó que para que el dolor de los pecados sea perfecto, debe haber una «atrición»; es decir, el dolor por las consecuencias que pueden derivarse de nuestros pecados, seguida de la «contrición»; que es el dolor de haber ofendido a Dios, que nos ama.
Mons. Munilla dijo que hay que tener cuidado, porque a veces el dolor que nos mueve «no es santo»; es decir, no es el dolor de haber ofendido al Dios que nos ama, sino que es «el dolor de haber fallado o de la vergüenza» personal, casi como «una decepción de amor propio con uno mismo».
No obstante, recordó que a veces la contrición surge durante el encuentro del penitente con el Confesor, y que es fundamental que este dolor vaya unido al «deseo de confesar nuestros pecados».
3. Propósito de enmienda
El Prelado afirmó que del dolor de los pecados se deriva el propósito de enmienda, un «ejercicio de discernimiento» para ver qué pasos tomar «para que mi arrepentimiento sea proactivo y sincero».
Por ello, advirtió que «con el demonio no se dialoga, porque siempre se sale perdiendo».
«A la tentación hay que vencerla respondiéndole desde el primer segundo, que no crezca, que no se haga más fuerte», afirmó.
Mons. Munilla explicó que los católicos «estamos llamados a tomar decisiones para ordenar nuestra vida para que estratégicamente no seamos tan fácilmente tentados».
Una expresión popular sobre la actitud que hay que tener para enfrentar las tentaciones es «cortar por lo sano», dijo.
Entonces, por ejemplo, se puede «cortar con ciertas amistades con las que no tengo la personalidad suficiente para hacer frente a las tentaciones» en determinados ambientes, dijo.
Además, el propósito de enmienda es «un juicio de prudencia para ver cómo situarnos ante la tentación», señaló. Entonces, para tener éxito en esta lucha espiritual se puede «evaluar mis horarios, mi hora de acostarme», etc., agregó.
4. Confesar los pecados al sacerdote
El Obispo recordó la importancia de confesarse ante un sacerdote, porque durante el Sacramento éste actúa ‘in persona Christi’, «pero también representa a la Iglesia y a mis hermanos a los que has ofendido y que también te perdonan».
El Prelado advirtió que es una tentación pensar que uno puede confesar sus pecados directamente a Dios, ya que en eso «el maligno pretende poner en cuestión la mediación sacramental de la Iglesia».
Recordó que los pecados deben ser manifestados y que Cristo le ha dado al sacerdote el deber de discernir si existe un arrepentimiento suficiente en la persona o si este no existe y esto está presente en el Evangelio.
Además, explicó que el secreto de confesión tiene sentido porque el sacerdote actúa en nombre de Jesucristo.
El Obispo también subrayó que «la aplicación comunitaria de la absolución nos ha hecho un mal tremendo», ya que se trataba de algo para casos extremos y cuyo uso se generalizó.
5. Cumplir la penitencia
Mons. Munilla recordó a San Francisco Javier y otros santos y destacó la importancia de hacer un esfuerzo para que las penitencias sean lo más personalizadas y pedagógicas posible, y que estas «sirvan para que el pecador sea consciente del proceso de santificación que debe llevar su vida».
También animó a vivir la penitencia «desde su sentido medicinal, de curación», de modo que «sea un encuentro transformador, de gracia que nos hace hombres nuevos»; y recordó que «para un sacerdote este sacramento es exigente, pero comparte con el corazón de Cristo una alegría inmensa cuando es testigo de un nuevo nacimiento».
El Prelado recordó que la Iglesia permite que el penitente pueda sugerirle al sacerdote alguna penitencia para que el confesor se la imponga para sanarse.
Esto «puede ayudar al sacerdote en la elección de la penitencia adecuada», pues «cada uno es conocedor de sus circunstancias», dijo.
Mons. Munilla dijo que además de que la culpa sea perdonada por Dios, «es muy importante la purificación de la mancha» que ha dejado en nosotros el pecado. Para ello, existen las indulgencias plenarias o la necesidad del Purgatorio».
Hasta aquí el artículo de Aci Prensa.
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